SCHUBERT: INACABADA. Nicolas Altstaedt

Los dos movimientos de lo que hoy conocemos como la “Inacabada” componen la obra sinfónica más popular de Franz Schubert, un punto de inflexión en la historia del género capaz de romper los moldes clásicos. Como en otras sinfonías, no fue la muerte lo que interrumpió el trabajo del compositor vienés, puesto que abandonó el proyecto seis años antes de fallecer. Contemporánea de su gran ciclo de lieder Die schöne Müllerin (La bella molinera), Schubert nunca pudo escucharla en vida. Un largo movimiento en el que se encadenan frases extensas abre una obra capaz de dibujar una gran paleta de atmósferas y afectos, encarnando ese talento inexplicable que envidiaba Richard Strauss.

Idomeneo marca un punto de inflexión en la producción operística de Wolfgang Amadeus Mozart. Se trata de una obra escrita por encargo de la corte de Baviera que el compositor tenía en gran estima, pese a su tortuoso proceso de creación. Su música nos permite apreciar su riqueza de ideas y su habilidad para perfilar personajes y situaciones, sobre las que domina el destino humano marcado por la muerte.

El australiano Brett Dean ha obtenido reconocimiento internacional a lo largo de las dos últimas décadas en forma de encargos y premios. Carlo es su obra más interpretada, una pieza sinfónica que parte de una relectura creativa de la música y la vida de Carlo Gesualdo, el gran madrigalista del Renacimiento.

El primer Concierto para violonchelo de F. J. Haydn es uno de los más célebres que se han escrito para este instrumento y una piedra de toque para muchos intérpretes. Constituye una obra de juventud que, sin embargo, revela la solidez y el oficio del maestro austriaco.