BEETHOVEN 5. Juan Manuel Gómez y Ludovic Morlot

Hay partituras envueltas en un halo de leyenda con tanta significación histórica que nos hace olvidar la propia música, trascendiendo todas las esferas. Eso sucede, como con muy pocas, con la Sinfonía n.º 5 de L. V. Beethoven, estrenada en la Viena de 1808 bajo la dirección del propio compositor. Una obra de larga gestación que resultó sorprendente y cuya llegada transformó la historia y el significado de la música sinfónica: E. T. A. Hoffmann escribió, en su célebre reseña dos años después del estreno, que se encontraba ante la puerta al “reino de lo infinito”.

El gran sentido del humor de F. J. Haydn se puede apreciar en su Sinfonía n.º 60, conocida como Il Distratto (El distraído), donde introduce sorpresas musicales y una narración casi teatral de las escenas. De hecho, en su origen había sido música incidental para una pieza teatral. Lo sublime y lo hilarante conviven en una partitura que conserva su modernidad más de dos siglos después.

El Concierto para trompa de Hans Abrahamsen ya ha cosechado numerosos éxitos en Europa desde su estreno. Dedicado al reconocido trompista alemán Stefan Dohr, quien lo estrenó con la Filarmónica de Berlín en 2020, de él se ha destacado la capacidad de generar atmósferas sorprendentes y sugestivas con pocos elementos. 

Desde su exilio en Estados Unidos, Bohuslav Martinů fue capaz de concentrar en una de sus obras maestras, Memorial to Lidice (En memoria de Lidice), un testimonio musical desgarrador acerca de una de las peores masacres cometidas por la ocupación nazi en la antigua Checoslovaquia, en el cual integra el célebre motivo del “destino” de la Quinta de Beethoven.