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El Cuarteto Casals presenta este año tres programas en los que explora, por orden cronológico, los últimos grandes cuartetos de Wolfgang Amadeus Mozart, escritos durante los últimos nueve años de vida del compositor. Los cuartetos número 14, 15 y 16 forman parte de los seis cuartetos que Mozart dedicó a su admirado amigo Joseph Haydn, considerado el padre de este género. Escritos entre 1782 y 1785 bajo la fuerte influencia que tuvieron en Mozart los Cuartetos op. 33 de Haydn, estas obras nos presentan a un compositor con un dominio absoluto del lenguaje compositivo y dispuesto a explorar la complejidad de la escritura para cuarteto de cuerda. El Cuarteto n.º 14, K. 387 muestra la capacidad de Mozart para conseguir la máxima claridad de lenguaje mediante una compleja escritura instrumental. El Cuarteto n.º 15, K. 421, el único de los seis cuartetos escrito en tonalidad menor, explora de manera exhaustiva el uso de unos mismos materiales a lo largo de los cuatro movimientos de la obra. Y el Cuarteto n.º 16, K. 428, uno de los mejor acabados de todo el ciclo, nos deleita con sus giros armónicos inesperados. Los cuartetos nº 17, 18 y 19 cierran el ciclo de los seis cuartetos que Mozart dedicó a su admirado amigo Franz Joseph Haydn, considerado el padre de este género. Escritos entre 1782 y 1785 bajo la fuerte influencia que tuvieron en Mozart los cuartetos op. 33 de Haydn, estos tres cuartetos convencieron en una audición al propio Haydn, quien escribió a Leopold Mozart afirmando que su hijo «es el mejor compositor que conozco. Tiene buen gusto y, lo que es más importante, un conocimiento profundo de la composición». El Cuarteto n.º 17, K. 458 recibe el sobrenombre de La caza por su comienzo, que parece evocar el aire libre, los sonidos de las trompas que nos llaman a la caza, y un optimismo y luminosidad que nos transportan a la inocencia más tierna. El Cuarteto n.º 18, K. 464, el preferido de Beethoven, es uno de los más trabajados de toda la serie. Combina la variedad de elementos de sus dos primeros movimientos con la economía de recursos de los dos últimos. El Cuarteto nº. 19, K. 465, que recibe el sobrenombre de Las disonancias por su inquietante y tensa introducción, da paso a una gran elaboración temática, armónica y textural en sus cuatro movimientos.
En su último programa, el Cuarteto Casals presentará tres de los últimos cuatro cuartetos de Mozart. En el Cuarteto n.º 20, K. 499 Mozart muestra toda su inventiva en una obra de gran profundidad emocional que se mueve entre la tragedia y la comedia. El cuarteto cuenta con un minueto que ha sido catalogado por algunos comentaristas como una de las composiciones más originales del siglo XVIII. Los cuartetos 21 y 23 son dos de los tres cuartetos «prusianos», que Mozart dedicó al rey Federico Guillermo II para que los pudiera interpretar con el violonchelo. Este hecho explica la preeminencia que adquieren las partes de violonchelo en estas obras. El Cuarteto n.º 21, K. 575 es interesante por su carácter sutil y reservado y por su textura diáfana. En el Cuarteto n.º 23, K. 590 Mozart consigue un gran equilibrio entre la necesidad de crear pasajes concertantes para el violonchelo y la voluntad de mantener un lenguaje camerístico sólido.
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