TXAIKOVSKI 5 Cristina Gómez Godoy i Rebecca Tong

Un gran despliegue de profundo sentido melódico, una muestra de magistral dominio del color orquestal, la apoteosis de una danza donde se rompen los límites de lo reglamentario: todo eso es la Sinfonía n.º 5 de Piotr Ilich Chaikovski, una partitura que, tras una de sus crisis creativas, culmina un periodo de madurez hacia una escritura más sutil y quirúrgica y que se ha situado entre las más célebres de su catálogo. Se trata de una obra asentada en el gran repertorio orquestal que no da respiro: solo un vals se atreve a interrumpir el discurso en el tercer movimiento, como si se celebrara una fiesta inocente en medio de una guerra, que estalla en el presto final.

Richard Strauss vivía días difíciles cuando compuso su Concierto para oboe, una obra maestra de la música para este instrumento que ilumina en medio de la penumbra. Repudiado por el Tercer Reich y asistiendo a la destrucción de lugares como el Teatro Nacional de Múnich, aun así el compositor dio a luz a una joya de su creación tardía, buscando la belleza tras las ruinas. En su génesis destaca la figura de John de Lancie, oboísta y uno de los soldados estadounidenses que visitaba su casa al final de la Segunda Guerra Mundial, como explica la nota del manuscrito: “Concierto para oboe inspirado por un soldado americano…”.