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En el siglo XXI, las ocupaciones militares, las finanzas neoliberales y la vigilancia tecnológica se han intensificado drásticamente hasta el punto de crear una condición en la que «la mayor emergencia es la ausencia de emergencia». Esta teoría de la emergencia no implica que una crisis como la del coronavirus o las guerras en Ucrania y Gaza no sean emergencias fundamentales que debamos seguir confrontando en todos los niveles. Simplemente exige que evitemos fingir que se trata de acontecimientos impredecibles que no sabíamos que ocurrirían. El coronavirus, por ejemplo, fue durante muchos años una gran emergencia «ausente», ya que sociólogos, científicos y organizaciones internacionales llevaban décadas advirtiendo de la amenaza de una gripe pandémica que finalmente se convirtió en emergencia. Lo mismo ocurre ahora con la contaminación del aire, que es responsable de la muerte de siete millones de personas cada año. Cuanto más ausente es una emergencia, mayor es.
El objetivo de esta exposición es presentar al público obras de diferentes artistas contemporáneos que pueden salvarnos, o, por decirlo de otro modo, «rescatarnos en nuestras mayores emergencias» antes de que estas se conviertan en «emergencias». Pero ¿por qué debemos recurrir a los artistas? ¿No se encargan ya los científicos, periodistas y políticos?
Aunque constantemente se nos advierte sobre la inminente crisis financiera, la desigualdad social y la degradación ambiental, el siglo XXI se caracteriza por una desconfianza general hacia los organismos gubernamentales, los grandes medios de información y los académicos acreditados. Internet, y más en concreto las redes sociales, han acabado por resultar fraudulentas, ya que nos han hecho creer que los vectores tradicionales de autoridad y legitimación ya no son necesarios para conocer los hechos. Este es un síntoma del retorno global al orden y al realismo que lanza la falsa idea de que nuestro conocimiento no requiere filtros, interpretaciones y emociones cuando, en realidad, depende absolutamente de ellos. La diferencia, por ejemplo, entre el activismo ambiental de Greta Thunberg y los hallazgos de respetados científicos del clima no es de tipo, sino de grado, intensidad y profundidad. La veracidad de los resultados científicos de investigadores respetados rara vez resulta tan poderosa y efectiva como el activismo en torno a ellos. En el arte contemporáneo, esta diferencia se hace más evidente.
Santiago Zabala recoge en Why Only Art Can Save Us. Aesthetics and the Absence of Emergency, (NuevaYork: Columbia University Press, 2017, 2020) [Por qué solo el arte puede salvarnos. La estética y la ausencia de emergencias], que el arte a menudo funciona mejor que los anuncios científicos y los tratados filosóficos como forma de revelar emergencias. Esto no se debe a la capacidad de los artistas para crear belleza, sino a la intensidad y profundidad del significado de sus obras. Hoy en día, los artistas están más cerca de las mayores emergencias que muchos científicos y filósofos, porque el arte ha sido más resistente al retorno global y al orden que define nuestra condición sociopolítica, tal como demuestra el surgimiento de la extrema derecha populista. Si bien, estos buscan «rescatarnos de las emergencias», mejorando y preservando nuestro orden, el arte, en su mejor expresión, intenta «rescatarnos en las emergencias», creando eventos y conmocionándonos. Este rescate no solo revela emergencias ausentes, sino que también se convierte en sí mismo en emergencia, es decir, en experiencia de peligro.
Si estamos de acuerdo con el poeta alemán Friedrich Hölderlin cuando afirma que «donde está el peligro crece también lo que salva», debemos encontrar formas de experimentar o, al menos, de reconocer este peligro. El papel del arte como agitador de nuestra existencia es vital para oponerse a la ausencia de emergencias que buscan los defensores del retorno al orden.
Esta exposición presenta obras de Timo Aho, Diane Burko, Arturo Comas, Gabriel Barcia-Colombo, Beverly Fishman, Julia Galán, kennardphillipps, Josh Kline, Filippo Minelli, Pekka Niittyvirta y Avelino Sala. Todas ellas buscan esta experiencia y exigen la intervención pública en emergencias globales (cambio climático, creciente desigualdad, violencia de género y cualquier asunto que haya sido ocultado por la retórica del poder) que se ocultan en la idea de su ausencia.
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