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Este personaje, basado en una persona real, está frente a nosotras: bruja, negra, olvidada por la historia. En TÍTUBA. BRUIXA, NEGRA I RAMERA, la protagonista nos lleva con ella (puede que incluso en su escoba) a aquel pasado en el que fue culpable de la muerte de decenas de personas. O eso dicen. Se comenta que era una bruja terrible que condenó y obligó a unas niñas a servir al demonio, y embrujó a muchas personas inocentes. Sobre todo a mujeres, ya se sabe que las mujeres son las acusadas siempre, las brujas, las eras, las parias y por tanto, las penadas y perseguidas.
Pero Títuba no se excusa, está harta de ser el chivo expiatorio. Repasa su historia para intentar demostrar su inocencia y nalmente obtener un juicio justo, y para advertir a otras mujeres del peligro constante que corren de Ser condenadas. Porque Títuba está harta, hasta límites inimaginables, de ser una más de las mujeres a las que. se penaliza sistemáticamente.
Tal vez -no lo sabemos a ciencia cierta- Títuba ha venido como una aparición, para cobrarnos el acto colectivo de mirar a otro lado cuando se encienden las hogueras, las reales y las metafóricas. Tal vez ha venido a dignificar a todas las que han desaparecido en llamas que no tendrían que haberlas consumido. Tal vez venga a escupir sobre todos aquellos que siguen siendo la llama de aquellas hogueras. Seguramente porque su cuerpo, de mujer negra, ha atravesado siglos y sigue siendo penalizado por existir, por su poder, por el desafío que significa al sistema ser una mujer negra y poderosa.
Hola Títuba, bienvenida
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